5 de marzo de 2006

10 años sin Joseph Brodsky

Para el final de la semana rusa, que podría continuar si no temiera cansar a los ilustres visitantes de este blog, he dejado al que tal vez sea mi autor ruso favorito: Joseph Brodsky. Os ofrezco un ramillete de citas seleccionadas de dos de sus libros de ensayos: Menos que uno (Versal, 1987) y Del dolor y la razón (Destino, 2000), ambos inencontrables, para variar, excepto en librerías de lance. Brodsky nació en San Patersburgo cuando era Leningrado (en 1940) y hace pocos días se han cumplido 10 años de su muerte en París. Se exilió en Estados Unidos en 1977 y en 1987 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura.
En uno de sus más bellos poemas, 1972 (De Parte de la oración y otros poemas, Versal, 1991), hizo balance de su azarosa existencia:

Fui como todo el mundo: he vivido una vida
similar. He llegado con flores al vestíbulo.
He bebido. Me he puesto disfraces para hacer el tonto.
He tomado lo que se me ofrecía. Nunca
codiciaba mi alma lo que suyo no era: dado un punto de apoyo
ponía la palanca necesaria; dado un espacio por llenar,
aportaba las notas de mi caramillo hueco.
¿Qué más puedo decir antes del mutis?

He aquí algunas de las cosas que pudo decir y dijo. Fuegos artificiales literarios para este domingo pre-primaveral:

Un hombre es lo que ama. Por eso lo ama: porque él forma parte de ello.

A uno le cambia lo que ama.

Contemplar relojes es una bonita forma de matar el tiempo.


La literatura constituye el único seguro moral posible para una sociedad; el antídoto permanente del principio según el cual el hombre es un lobo para el hombre.

Cien años de soledad no es sino otra obra de Thomas Wolfe, a quien (¡qué mala suerte!) dio la casualidad que leí antes.
Por cada Byron, siempre hay un Wordsworth
Un hombre es lo que lee.

Me pregunto si llegué a ver lo que recuerdo haber estado mirando.

En este oficio de emborronar papeles se consiguen mejores resultados con el sentimiento de culpabilidad que con la autoconfianza.

Empiecen como empiecen, todos los viajes acaban igual: en nuestro rincón, en nuestra cama.
La verdadera historia de la conciencia se inicia con la primera mentira.

El fútbol es la más importante de las cosas sin importancia.

Nada me horroriza más que pensar en el álbum familiar del japonés medio: sonrientes y rechonchos, él/ella/ambos ante un fondo constituido por todo lo que de verticual continene el mundo: estatuas, fuentes, catedrales, torres, mezquitas, templos antiguos, etc.

Probablemente sea ya tarde para el mundo, pero siempre queda una oportunidad para el individuo.

En el país donde pasé 32 años de mi vida, el adulterio y la asistencia a las salas de cine constituyen las únicas formas de empresa libre. Además del Arte.

Tengan en cuenta quién les cuenta todo esto: uno de aquellos cuyo lugar de nacimiento quedó arrasado por el fuego, en un bombardeo, gentileza de la Lutwaffe; uno de aquellos que probaron por primera vez el pan blanco cuando tenían ocho años (o, si les resulta más claro, la Coca-cola a los trenta y dos).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Care buena selección.

De todas ellas escojo la siguiente: "En este oficio de emborronar papeles se consiguen mejores resultados con el sentimiento de culpabilidad que con la autoconfianza". Después de haber visto este fin de semana la interesante película "Truman Capote", me quedé con la sensación de que este reputado novelista tuvo la rara habilidad de escribir su gran obra, "A sangre fría", con dosis idénticas de culpabilidad y autoconfianza.

Por cierto Care, observo que eres muy aficionada a recolectar fragmentos, citas, pensamientos... de todo lo que lees. Pues bien, me preguntaba si todo (o parte) de lo que vas recogiendo luego lo utilizas, de una forma u otra, en tus artículos, cuentos, novelas... ¿Has llegado alguna vez a copiar textualmente un fragmento, cita, pensamiento... a modo de homenaje a un autor?

Un abrazo grande,

Javier A.

Anónimo dijo...

No entiendo mucho de literatura rusa, así que me asomo al blog con autentica pasión. No creo que a los visitantes nos pese. Puedes seguir si te apetece llenando nuestros oídos con frases de Iván.

Anónimo dijo...

Quería decirle al usuario anónimo que debe leerse sin falta, Matar al padre, de Care, claro. No copia textualmente, ni cita a la ligera, pero revisa, en un ejercicio único y más que valiente, algunos de los más importantes relatos de otros tantos grandes autores. Léelo, no te arrepentirás.
En segundo lugar, yo me quedo con eso que dice el autor sobre la literatura como antídoto permanente, como negación (yo diría más bien contrapunto) a la famosa frase de Hobbes. Viendo el telediario, o leyendo el periódico cada día cuesta creer que no es estrictamente cierta. Pero, a veces, las páginas de un libro sí que tienen aún ese poder, el poder sentir que a la humanidad le queda alguna esperanza. Y si no, al menos la literatura puede ser ese algodón dulce en la boca de un niño la primera vez que tiene a su alcance el rosado dulce.

Care dijo...

Anónimo: Reproduzco citas, como todos los escritores honestos, cuando cito la fuente. Pero, más que en mis novelas o relatos me dan pie a muchas conferencias, charlas, artículos. Son buenos pretextos para ponerse a escribir.
Sobre Capote pronto habrá una entrada en este blog.
Besos a todos, sois estupendos.