17 de diciembre de 2005

Un libro raro de 1891

Al abrir el paquete, tan bien preparado: fascinación por tener al alcance tesoros así por tan poco dinero.
La red está llena de libros que esperan. A veces siento que los rescato. Los adopto. Les doy una vida mejor.

3 comentarios:

B. Llamero dijo...

Les das la única vida posible para un libro: ser leído.

Carmen Fernández Etreros dijo...

Es triste que tantos libros acaben perdidos en la nada. Libros que hemos leído, que nos han gustado,... Es lo único que podemos hacer por ellos, darles cobijo.

César dijo...

Acabo de hacer una obrita en mi despacho, lo cual ha supuesto trasladar los libros que había allí. Cuando uno traslada muchos, muchísimos libros llenos de polvo en pesadas cajas, la visión que se tiene del libro varía un poco. Sí, como dice Peonia, a los libros se les da cobijo, en mi casa tengo un auténtico campo de refugiados. Me siento como una ONG.