He hecho muchas cosas en estos días de ausencia. He sido parte del jurado del premio de libros de relatos del Ateneo de Sevilla y he tenido la satisfacción de ver premiado un buen libro (de Lluís Oliván. Se llama Títulos robados), y eso no pasa a menudo. Antes de eso, estuve en Madrid viendo ganar otro premio, el Gran Angular de literatura para jóvenes, a mi admirado Fernando Marías. En la misma fiesta se premió con el Nacional de Ilustración a Tàssies (qué bien), con el Barco de Vapor a Ana Isabel Conejo y Javier Pelegrín, los autores de La llave del tiempo (Anaya) y con el Premio Jordi Sierra i Fabra (para novelas escritas por autores de menos de 18 años) a África Vázquez (que pronunció el discurso más emocionante de la noche). También habló Letizia Ortiz de ser mamá y leer libros, en un discurso emocionante y sincero. Lo hace tan bien, que me estoy planteando comenzar a pedir firmas para que los Borbones dejen de hablar en público y en representación lo haga siempre Doña Letizia. Habla mejor que todos ellos juntos, ya tocaba alguien de la casa real a quien se le entendiera bien. La nota infantil la pusieron sendas fuentes de chocolate, como colofón del cocktail, en las que se podía una casi bañar o, en su defecto, remojar pedacitos de fruta, ¡o gominolas! He aquí la razón por la que me sigue gustando SM, a pesar de que la entrega del premio parecía un vistazo a la España cañí: el clero, la monarquía, los guardia civiles de la entrada y Esperanza Aguirre de anfitriona, ejem. Su poder de convocatoria con respecto a los autores de la casa sigu siendo la mejor, eso sí. Da gusto ir a los premios de SM para ver amigos.
Pero lo mejor fue ver a Ana Prieto (jefa de comunicación de SM) a punto de comenzar su baja por maternidad. Y hablando de mamás: Eugenia Rico, con quien coincidí en el jurado del Ateneo, me eneñó la foto de su hija antes de comenzar eso que llaman "las deliberaciones". Cuando llegó el presidente del jurado -y a la sazón de la santa casa que nos acogía- dijo: "¿Ya estáis hablando de niños?". Pues claro, ¿acaso hay algo mejor de lo que hablar?
Todavía en Madrid, estuve en un par de colegios madrileños y acompañé a dos amigos a comprar una lavadora, en calidad de entendida, pero eso lo dejo para otro día para no aburriros con más cosas.
A la vuelta, me encuentro con que Javier Alas ha dado a este blog mío un premio desde el suyo, Exquisiteces del ocio: el Premio Arte y Pico.
Para corresponder, debo hacer lo mismo: premiar a 5 blogs que me gusten, "razonando mi respuesta". Bien. Como se acerca mi cumpleaños, mi entrega de premios coincidirá con ese día: 8 de abril.
Se admiten candidaturas, pequeños detalles y grandes sobornos en el Apartado de correos 181 de Mataró (Barcelona, España) 08302.
La imagen de hoy: Doña Letizia discurseando.
31 de marzo de 2008
26 de marzo de 2008
10 cosas que pueden hacerse en 5 minutos
1. Alcanzar un ogasmo
2. Escribir un correo electrónico
3. Despedirte (aunque sea en silencio) de alguien para siempre
4. Caminar unos 350 pasos
5. Beber 2 litros de agua
6. Batir un récord olímpico de salto con pértiga. Varias veces.
7. Escribir 15 líneas
8. Leer unas 3 páginas
9. Ver caer un rascacielos
10. Decir toda la verdad
La imagen de hoy: Zeesarh en arteyfotografia
2. Escribir un correo electrónico
3. Despedirte (aunque sea en silencio) de alguien para siempre
4. Caminar unos 350 pasos
5. Beber 2 litros de agua
6. Batir un récord olímpico de salto con pértiga. Varias veces.
7. Escribir 15 líneas
8. Leer unas 3 páginas
9. Ver caer un rascacielos
10. Decir toda la verdad
La imagen de hoy: Zeesarh en arteyfotografia
25 de marzo de 2008
Creo que una de las claves de escribir para jóvenes es tener buena memoria. La suficiente para recordar cómo era tu vida realmente durante la adolescencia, a qué te enfrentabas, qué cosas te hacían sentir la persona más desgraciada del mundo, en qué luchas andabas inmersa. Mi mayor guerra durante esos años fue la conquista de mi propia libertad. Palmo a palmo, centímetro a centímetro. Por eso hay motos en este cuento, y por eso hay deseo de libertad: porque tengo buena memoria.
Pero hay más. Siempre hay más.
Suelo escribir de amistad porque creo en ella profundamente. Los amigos quedan cuando cosas que parecían más sólidas se desmoronan. Los amigos siempre te salvan de algo. Es una suerte tener dos, tres, cuatro buenos amigos. Me considero, en ese y otro aspecto, una persona enormemente afortunada. Me acusan de tomar partido a favor de los adolescentes, cuando escribo. Tienen razón. No sé muy bien por qué lo hago. Porque me gustan. Porque les comprendo. Porque en el fondo soy como ellos: una locuela que no termina de madurar. Alguien a quien le molestan las normas que tratan de imponerle. O un poco de todo.
La imagen, de Lovets Dreams
Pero hay más. Siempre hay más.
Suelo escribir de amistad porque creo en ella profundamente. Los amigos quedan cuando cosas que parecían más sólidas se desmoronan. Los amigos siempre te salvan de algo. Es una suerte tener dos, tres, cuatro buenos amigos. Me considero, en ese y otro aspecto, una persona enormemente afortunada. Me acusan de tomar partido a favor de los adolescentes, cuando escribo. Tienen razón. No sé muy bien por qué lo hago. Porque me gustan. Porque les comprendo. Porque en el fondo soy como ellos: una locuela que no termina de madurar. Alguien a quien le molestan las normas que tratan de imponerle. O un poco de todo.
La imagen, de Lovets Dreams
24 de marzo de 2008
La vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero sólo puede ser vivida mirando hacia adelante.
Sören Kierkegaard
El sabio es aquél que nunca dice todo lo que piensa, pero piensa todo lo que dice.
Aristóteles
Quien no posee el don de entusiasmarse y maravillarse es como si estuviera muerto: sus ojos están cerrados.
Albert Einstein
Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.
(Proverbio hindú)
Las tres cosas más difíciles de esta vida son: guardar un secreto, perdonar una afrenta y aprovechar el tiempo.
Benjamin Franklin
Callado se aprende a escuchar: escuchando se aprende a hablar; hablando se aprende a callar.
Diògenes
El secreto de la felicidad no es hacer siempre lo que se quiere, sino querer siempre lo que se hace.
Lev Tolstoi
La imagen de hoy es de la fotógrafa Claudia Rogge.
Sören Kierkegaard
El sabio es aquél que nunca dice todo lo que piensa, pero piensa todo lo que dice.
Aristóteles
Quien no posee el don de entusiasmarse y maravillarse es como si estuviera muerto: sus ojos están cerrados.
Albert Einstein
Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.
(Proverbio hindú)
Las tres cosas más difíciles de esta vida son: guardar un secreto, perdonar una afrenta y aprovechar el tiempo.
Benjamin Franklin
Callado se aprende a escuchar: escuchando se aprende a hablar; hablando se aprende a callar.
Diògenes
El secreto de la felicidad no es hacer siempre lo que se quiere, sino querer siempre lo que se hace.
Lev Tolstoi
La imagen de hoy es de la fotógrafa Claudia Rogge.
21 de marzo de 2008
La familia virtual
Os presento dos nuevos blogs:
CERAS Y ROTUS
Así os libraré por fin de mi faceta de mamá babosa, que últimamente no podía controlar y desbordaba este sitio de los dibujos de mis niños. Adrián y Elia dibujan tanto que no nos faltará material, y además, estamos abiertos a dibujos de otros jóvenes artistas. Seguro que el lugar inspirará a más de uno y hará sonreír al resto.
BPM (BEATS PER MINUTE)
Deni Olmedo ha abierto por fin un blog de música electrónica, su especialidad. Si os gusta este estilo de música, será de vuestros imprescindibles.
Desde hoy, ambos estarán en LUGARES POR LOS QUE RONDO, para fácil acceso.
CERAS Y ROTUS
Así os libraré por fin de mi faceta de mamá babosa, que últimamente no podía controlar y desbordaba este sitio de los dibujos de mis niños. Adrián y Elia dibujan tanto que no nos faltará material, y además, estamos abiertos a dibujos de otros jóvenes artistas. Seguro que el lugar inspirará a más de uno y hará sonreír al resto.
BPM (BEATS PER MINUTE)
Deni Olmedo ha abierto por fin un blog de música electrónica, su especialidad. Si os gusta este estilo de música, será de vuestros imprescindibles.
Desde hoy, ambos estarán en LUGARES POR LOS QUE RONDO, para fácil acceso.
Consideraciones acerca del arte del lameculos
Una vez me pidieron que telefoneara a una editora, vieja conocida mía, para pedirle su voto favorable en un jurado del que ella formaba parte y en el que se valoraban 5 novelas, una de las cuales era mía. Se trataba sólo de hacer una llamadita, hablar un poco del tiempo, del bien y del mal, comentar cuatro de las gracias infalibles de mis hijos, y luego sacar el tema, como quien no quiere la cosa... y preguntarle por el jurado, acercar el asunto a mi intención, y finalmente formular la petición, entre risas... No iba a quedar constancia alguna de esta conversación (qué vergüenza, dejar a la posteridad noticia de tus agasajos interesados), y a mí podía reportarme un beneficio: el premio al que optaba.
Mientras meditaba la petición (que venía de una persona cercana, conocedora y a quien me convenía hacer caso) elaboré una lista de consideraciones acerca de la cuestión:
1. Un premio no importa si no te lo dan por tus méritos literarios. Debe de ser muy amargo un premio que has conseguido con llamaditas (para mí lo sería, por lo menos).
2. Un premio a la mejor lameculos no me interesa en absoluto. Además, no sería justo: hay otros en los que concurren muchos más méritos.
3. La editora en cuestión me merece mucho respeto como profesional. Me hubiera parecido que la estaba insultando si hubiera tratado de condicionar su opinión.
4. Por romántico que parezca, creo que debe ganar el mejor. Por eso intento ser la mejor.
5. Por romántico que siga pareciendo, respeto demasiado la Literatura. Quiero que los premios los ganen buenos libros. Por eso intento escribirlos (seguro que no siempre lo consigo).
6. Cuando formo parte de jurados (de tarde en tarde) no soporto que alguien me llame para hacerse el simpático. Siempre pienso: «Pues si que se sabe mal escritor cuando necesita recurrir a méritos extraliterarios...».
7. Me da cada vez más pereza llamar por teléfono. Incluso mi madre se queja de que no la llamo. Me imagino que una conversación como esa me dejaría agotada.
8. Si tuviera que optar por un método extra-literario, sin duda elegiría el soborno. Tengo un conocido que comercializa jamones de Guijuelo y seguro que me echaría un cable. Mandar un jamón a los miembros del jurado también es insultarles, pero es mucho más alimenticio.
9. Si me otorgaran alguna vez un premio por un método extraño, pediría al editor que figurara en los créditos: Un jurado compuesto por tal y cual y otrotal y otrocual decidió por unanimidad otorgar a esta novela el Premio Talytal después de los suculemtos jamones que su autora tuvo a bien remitirles.
10. Qué coño, puestos a escoger, preferiría acostarme con los miembros del jurado. Aunque, claro, no todos serían suculentos como jamones de Guijuelo y, finalmente, tampoco me darían el premio.
P.S. Debo terminar diciendo que en la referida ocasión, no llamé a la editora. A pesar de ello, gané el premio.
En la imagen: estados de ánimo del que espera el veredicto de un jurado cualquiera.
Mientras meditaba la petición (que venía de una persona cercana, conocedora y a quien me convenía hacer caso) elaboré una lista de consideraciones acerca de la cuestión:
1. Un premio no importa si no te lo dan por tus méritos literarios. Debe de ser muy amargo un premio que has conseguido con llamaditas (para mí lo sería, por lo menos).
2. Un premio a la mejor lameculos no me interesa en absoluto. Además, no sería justo: hay otros en los que concurren muchos más méritos.
3. La editora en cuestión me merece mucho respeto como profesional. Me hubiera parecido que la estaba insultando si hubiera tratado de condicionar su opinión.
4. Por romántico que parezca, creo que debe ganar el mejor. Por eso intento ser la mejor.
5. Por romántico que siga pareciendo, respeto demasiado la Literatura. Quiero que los premios los ganen buenos libros. Por eso intento escribirlos (seguro que no siempre lo consigo).
6. Cuando formo parte de jurados (de tarde en tarde) no soporto que alguien me llame para hacerse el simpático. Siempre pienso: «Pues si que se sabe mal escritor cuando necesita recurrir a méritos extraliterarios...».
7. Me da cada vez más pereza llamar por teléfono. Incluso mi madre se queja de que no la llamo. Me imagino que una conversación como esa me dejaría agotada.
8. Si tuviera que optar por un método extra-literario, sin duda elegiría el soborno. Tengo un conocido que comercializa jamones de Guijuelo y seguro que me echaría un cable. Mandar un jamón a los miembros del jurado también es insultarles, pero es mucho más alimenticio.
9. Si me otorgaran alguna vez un premio por un método extraño, pediría al editor que figurara en los créditos: Un jurado compuesto por tal y cual y otrotal y otrocual decidió por unanimidad otorgar a esta novela el Premio Talytal después de los suculemtos jamones que su autora tuvo a bien remitirles.
10. Qué coño, puestos a escoger, preferiría acostarme con los miembros del jurado. Aunque, claro, no todos serían suculentos como jamones de Guijuelo y, finalmente, tampoco me darían el premio.
P.S. Debo terminar diciendo que en la referida ocasión, no llamé a la editora. A pesar de ello, gané el premio.
En la imagen: estados de ánimo del que espera el veredicto de un jurado cualquiera.
20 de marzo de 2008
19 de marzo de 2008
Cela hace campaña para ser elegido miembro de la Real Academia y sus corresponsales contestan
Madrid, 16 de febrero de 1957
Pero, querido Camilo ¿te das duenta de la carta que acabas de enviarme? «...súplica de benevolencia», «confío más en vuestro favor que en mis propios y flacos méritos», «...escritores de buena voluntad y paciente aplicación». Estás desconocido...
Pieza maestra para una antología de la humildad convencional, guardaré esta carta como oro en paño. No, no, nada de flacos méritos y nada de que «Dios te coja confesado». Dicho sea de paso, tu preocupación carece en absoluto de razones. Te niego hasta el derecho a la incertidumbre. El 21 se celebrará no la votación, sino su simulacro. Está acordado tu nombramiento y, por tanto, sobran las dudas.
Te envío, pues, por anticipado mi enhorabuena con la misma certeza que si fuera viernes 22. Y un abrazo, hombre,
Joaquín Calvo Sotelo *
El dramaturgo y articulista Joaquín Calvo Sotelo había entrado en la Academia en 1955. Su seguridad tenía su razón de ser: el 22 de septiembre, la Academia nombraba a Camilo José Cela miembro numerario. Llevaba más de un año intentándolo.
La carta es de "Campaña Electoral de Camilo J. Cela", revista El Extramundi número XLIII (2005)
Pero, querido Camilo ¿te das duenta de la carta que acabas de enviarme? «...súplica de benevolencia», «confío más en vuestro favor que en mis propios y flacos méritos», «...escritores de buena voluntad y paciente aplicación». Estás desconocido...
Pieza maestra para una antología de la humildad convencional, guardaré esta carta como oro en paño. No, no, nada de flacos méritos y nada de que «Dios te coja confesado». Dicho sea de paso, tu preocupación carece en absoluto de razones. Te niego hasta el derecho a la incertidumbre. El 21 se celebrará no la votación, sino su simulacro. Está acordado tu nombramiento y, por tanto, sobran las dudas.
Te envío, pues, por anticipado mi enhorabuena con la misma certeza que si fuera viernes 22. Y un abrazo, hombre,
Joaquín Calvo Sotelo *
El dramaturgo y articulista Joaquín Calvo Sotelo había entrado en la Academia en 1955. Su seguridad tenía su razón de ser: el 22 de septiembre, la Academia nombraba a Camilo José Cela miembro numerario. Llevaba más de un año intentándolo.
La carta es de "Campaña Electoral de Camilo J. Cela", revista El Extramundi número XLIII (2005)
18 de marzo de 2008
Ha empezado a llover de pronto sobre Santiago de Compostela, donde estoy. No de vacaciones, precisamente. Esta tarde he recorrido de nuevo, diez años después, la sede de la Fundación Camilo José Cela, acompañada de su director, Tomás Cavanna, un anfitrión único. He venido por trabajo, pero hay gente que logra que se te olvide ese detalle. En un momento de la tarde, Tomás me ha prestado una de las agendas de trabajo de Camilo José Cela. Un cuaderno de negras tapas flexibles, rectangular, que se abre en horizontal, como los cuadernos de música. Correspondía al año 1968. Con letra menuda, Cela apuntaba en él todo lo que hacía: quién le visitaba, quién le telefoneaba y por qué motivo, qué cartas contestaba, dónde y con quién comía (y el menú), qué artículos terminaba y para quién. El afán acumulativo de Cela lo abarca todo: no sólo objetos, libros, papeles... también las insignificantes y las grandes experiencias del día a día.
Emulo a Cela para cerrar esta entrada, y digo:
22:21: Termino de escribir el post. Lo repaso. Lo publico.
22.25: Llamo a G. para saber cómo están los niños. Están bien. Han cenado y luego han visto "La sirenita" en su cuarto. Sin disturbios.
22:30: Ducha (breve).
22:52: Doy por concluidos 22 minutos de lectura (por trabajo: un libro sobre cómo ser abuelo y ser feliz al mismo tiempo).
22:53: Suspiro pensando en "Chesil Beach", de Ian McEwan, que se ha quedado en casa.
22:45: Apago la luz de la mesita de noche.
22:47: Cesa de llover.
La imagen de hoy: primera infancia de último Nobel.
Emulo a Cela para cerrar esta entrada, y digo:
22:21: Termino de escribir el post. Lo repaso. Lo publico.
22.25: Llamo a G. para saber cómo están los niños. Están bien. Han cenado y luego han visto "La sirenita" en su cuarto. Sin disturbios.
22:30: Ducha (breve).
22:52: Doy por concluidos 22 minutos de lectura (por trabajo: un libro sobre cómo ser abuelo y ser feliz al mismo tiempo).
22:53: Suspiro pensando en "Chesil Beach", de Ian McEwan, que se ha quedado en casa.
22:45: Apago la luz de la mesita de noche.
22:47: Cesa de llover.
La imagen de hoy: primera infancia de último Nobel.
17 de marzo de 2008
La sustancia de la vida
Barrio de Gracia, final del día. Ceno con un amigo en un lugar donde no hemos cenado nunca. Hablamos de hombres, de mujeres, de familia, de colegas, de lecturas y escrituras. Mi amigo me cuenta algo que le ha dicho su madre:
«La vida está hecha de sustos».
Mientras pinso si estoy o no de acuerdo, me asusto.
La imagen es de Islandia, este verano
«La vida está hecha de sustos».
Mientras pinso si estoy o no de acuerdo, me asusto.
La imagen es de Islandia, este verano
15 de marzo de 2008
Diario del fin de semana (1)
Escucho las Suites para cello solo de Bach, como tantas otras veces. Entra un sol calentito por la lucerna. Estoy sola en casa. Cierro los ojos para ver claro lo que escribo. Chesil Beach, la última novela de McEwan me mira con impaciencia desde la pila de libros que tengo pendientes. Como si ella también me tuviera ganas a mí. La versión de las suites que he escogido hoy es la de Rostropovich. No me gusta tanto como la de Yo-Yo-Ma, pero así varío. Escuchar siempre la misma versión de las suites me hace dar cuenta de que siempre escucho lo mismo. Hace más de 15 años que escribo con esta música, que sigue pareciéndome inédita y sorprendente, absolutamente sensual. A veces oigo respirar el violoncelo y es como si estuviera acompañada de una presencia espectral. Alguien me preguntó una vez por qué, si hablo de violoncelos con tanta pasión, nunca me he planteado tomar clases de este instrumento. Le contesté: «Porque no hace falta. Es más necesario que haya gente que escuche».
A veces pienso lo mismo de la Literatura y me pregunto si no sería mejor dedicarse a leer.
Deberes de Adrián (6 años) para semana santa: recopilar datos sobre tortugas.
Planes para el fin de semana: Leer un manifiesto el sábado por la tarde en la Plaza Santa Ana de Mataró, con motivo del Día Internacional de la Mujer. Cuando llega el momento de salir de casa, siempre me arrepiento de haber aceptado hacer cosas como esta. Cuando regreso, me alegro de haber aceptado y de haberlas hecho. Antes del manifiesto, toca compra. No tenemos patatas. Nos apetece lechuga francesa. Los niños quieren fresas para emular a la rata de Ratatouille y mezclarlas con queso mientras ponen cara de éxtasis. Y yo quiero flores. Regresa mi faceta más primaveral y biofílica: cuando llegan las temperaturas agradables, recuerdo de pronto que en el mundo hay plantas. Compro unas cuantas y las instalo en el balcón. Durante un tiempo, incluso las riego. Hasta finales de septiembre, más o menos, momento en que pierdo todo interés y las dejo morir. Hasta la primavera siguiente, cuando todo vuelve a empezar.
Hoy he hecho un insólito descubrimiento lingüístico: en catalán, la nictalopía es la hemeralopía y la hemeralopía es la nictalopía. Buscas "nictalopía" en el diccionario y te dice: «Trastorno ocular consistente en la disminución de agudeza visual por la noche o con poca claridad. Se utiliza generalmente, de una manera errónea, con el significado de hemeralopía». Y si buscamos hemeralopía obtenemos: «Trastorno visual consistente en la disminución de la agudeza visual durante el día o con mucha claridad. Se utiliza generalmente, de manera errónea, con el significado de nictalopía». Esta contradicción me ha llevado a investigar si en castellano ocurre lo mismo y he descubierto que sí, pero peor.
Según el DRAE, la "hemeralopía" es el «la pérdida de visión cuando la iluminación es escasa». La "nictalopía", por el contrario, es la «cualidad del que ve mejor de noche que de día». Ergo, son palabras idénticas a las catalanas que, sin embargo, significan todo lo contrario.
Pero cuando he consultado el María Moliner he decidido rendirme. La célebre "mujer que escribió un diccionario" no incluyó el término "hemeralopía" en sus páginas, pero da la siguiente definición de "nictálope": «Se aplica a la persona o animal que ve mejor de noche que de día o que, por elcontrario, tiene dificultad anormal en ver con luz escasa». Es decir, que según maría Moliner "nictálope" es el que ve mejor de noche y, al mismo tiempo, el que ve mejor de día.
O María Moliner lo vio tan complicado como yo y se ahorró problemas condensando ambas definiciones en una (que no añadera leña a la contradicción, subrayándola). O podemos tomar ejemplo y comenzar a nombrar contrarios usando una sola palabra. Seguro que resulta muy divertido.
Hay una niña nueva en la clase de mi hijo Adrián. Se llama Bianca. Mi hijo dice que es "tortuguesa".
La imagen de hoy: fresas. Del blog Lujuria con sabor a fresa.
A veces pienso lo mismo de la Literatura y me pregunto si no sería mejor dedicarse a leer.
Deberes de Adrián (6 años) para semana santa: recopilar datos sobre tortugas.
Planes para el fin de semana: Leer un manifiesto el sábado por la tarde en la Plaza Santa Ana de Mataró, con motivo del Día Internacional de la Mujer. Cuando llega el momento de salir de casa, siempre me arrepiento de haber aceptado hacer cosas como esta. Cuando regreso, me alegro de haber aceptado y de haberlas hecho. Antes del manifiesto, toca compra. No tenemos patatas. Nos apetece lechuga francesa. Los niños quieren fresas para emular a la rata de Ratatouille y mezclarlas con queso mientras ponen cara de éxtasis. Y yo quiero flores. Regresa mi faceta más primaveral y biofílica: cuando llegan las temperaturas agradables, recuerdo de pronto que en el mundo hay plantas. Compro unas cuantas y las instalo en el balcón. Durante un tiempo, incluso las riego. Hasta finales de septiembre, más o menos, momento en que pierdo todo interés y las dejo morir. Hasta la primavera siguiente, cuando todo vuelve a empezar.
Hoy he hecho un insólito descubrimiento lingüístico: en catalán, la nictalopía es la hemeralopía y la hemeralopía es la nictalopía. Buscas "nictalopía" en el diccionario y te dice: «Trastorno ocular consistente en la disminución de agudeza visual por la noche o con poca claridad. Se utiliza generalmente, de una manera errónea, con el significado de hemeralopía». Y si buscamos hemeralopía obtenemos: «Trastorno visual consistente en la disminución de la agudeza visual durante el día o con mucha claridad. Se utiliza generalmente, de manera errónea, con el significado de nictalopía». Esta contradicción me ha llevado a investigar si en castellano ocurre lo mismo y he descubierto que sí, pero peor.
Según el DRAE, la "hemeralopía" es el «la pérdida de visión cuando la iluminación es escasa». La "nictalopía", por el contrario, es la «cualidad del que ve mejor de noche que de día». Ergo, son palabras idénticas a las catalanas que, sin embargo, significan todo lo contrario.
Pero cuando he consultado el María Moliner he decidido rendirme. La célebre "mujer que escribió un diccionario" no incluyó el término "hemeralopía" en sus páginas, pero da la siguiente definición de "nictálope": «Se aplica a la persona o animal que ve mejor de noche que de día o que, por elcontrario, tiene dificultad anormal en ver con luz escasa». Es decir, que según maría Moliner "nictálope" es el que ve mejor de noche y, al mismo tiempo, el que ve mejor de día.
O María Moliner lo vio tan complicado como yo y se ahorró problemas condensando ambas definiciones en una (que no añadera leña a la contradicción, subrayándola). O podemos tomar ejemplo y comenzar a nombrar contrarios usando una sola palabra. Seguro que resulta muy divertido.
Hay una niña nueva en la clase de mi hijo Adrián. Se llama Bianca. Mi hijo dice que es "tortuguesa".
La imagen de hoy: fresas. Del blog Lujuria con sabor a fresa.
14 de marzo de 2008
13 de marzo de 2008
Pornografía
No respondo con verdad a tus preguntas.
No digo lo que escondo debajo de la falda.
Invento personajes cada vez que respiro.
Y en verdad, ni recuerdo quién soy.
No recuerdo quién te dije que era.
Sólo tú me permites perpetuar el misterio.
A mí sólo te ata la sed que no te sacio.
Así te quiero yo: siempre sediento
y eternamente mío.
El día que me entregue del todo
será el último.
La imagen es del blog de Iyona.
12 de marzo de 2008
Autoficción en seis palabras
La revista Smith ha puesto en marcha un curioso divertimento en su página: anima a los lectores a practicar el relato autobiográfico de, como máximo, seis palabras.
He aquí algunos de los textos que han aportado los lectores. Añado el mío a la lista y os animo a aportar vuestra atobiografía en seis escuetas palabritas, navegantes. Todo un ejercicio de síntesis.
¿Hace?
Felizmente casados, a pesar del test de paternidad.
Mamá no me amamantó; aún la quiero.
La ley de la jungla nos marcó para siempre.
Desnudo es lo más frío que puedo recordar.
Vivir sin convicción es morir sin palabras.
Yo sigo haciendo café para dos.
Cincuenta años, existencia de Dios improbable.
Nacido en California, después nada pasó.
Reparo retretes, me pagan una mierda.
Nacimiento, infancia, adolescencia, adolescencia, adolescencia, adolescencia.
No importa, fui feliz, mañana lloverá.
La imagen: personaje de mi autoficción particular (salido de las manos de Adrián), acompañado de más de seis palabras (de un viejo cuaderno de notas para una novela).
He aquí algunos de los textos que han aportado los lectores. Añado el mío a la lista y os animo a aportar vuestra atobiografía en seis escuetas palabritas, navegantes. Todo un ejercicio de síntesis.
¿Hace?
Felizmente casados, a pesar del test de paternidad.
Mamá no me amamantó; aún la quiero.
La ley de la jungla nos marcó para siempre.
Desnudo es lo más frío que puedo recordar.
Vivir sin convicción es morir sin palabras.
Yo sigo haciendo café para dos.
Cincuenta años, existencia de Dios improbable.
Nacido en California, después nada pasó.
Reparo retretes, me pagan una mierda.
Nacimiento, infancia, adolescencia, adolescencia, adolescencia, adolescencia.
No importa, fui feliz, mañana lloverá.
La imagen: personaje de mi autoficción particular (salido de las manos de Adrián), acompañado de más de seis palabras (de un viejo cuaderno de notas para una novela).
11 de marzo de 2008
Sweety Things
«Beth notó un cosquilleo, como si estuviese a punto de pasar algo importante. Tía Evelyn no le quitaba el ojo de encima. Beth decidió tomar otro sorbo de refresco, y entonces su tía afirmó tranquilamente:
—Eres un hada caléndula.»
Hay días, en que yo también me siento un poco hada caléndula.
Hoy, sin ir más lejos, he sido un hada. Un hada —ainch— caléndula perdida.
La imagen de hoy: alimento de hadas caléndulas, del blog Chocolateheaven.
El fragmento es de Caléndula y la Pluma de la Esperanza, de J.H. Sweet, recién publicado por Pirueta.
Y os dejo, que se me dispara el azúcar con tanta calendulez. Mañana vendré bruta y en mi línea, lo prometo.
—Eres un hada caléndula.»
Hay días, en que yo también me siento un poco hada caléndula.
Hoy, sin ir más lejos, he sido un hada. Un hada —ainch— caléndula perdida.
La imagen de hoy: alimento de hadas caléndulas, del blog Chocolateheaven.
El fragmento es de Caléndula y la Pluma de la Esperanza, de J.H. Sweet, recién publicado por Pirueta.
Y os dejo, que se me dispara el azúcar con tanta calendulez. Mañana vendré bruta y en mi línea, lo prometo.
10 de marzo de 2008
7 de marzo de 2008
10 cosas que hay que ver antes de morir
1. El sol de medianoche.
2. La aurora boreal.
3. Un quetzal.
4. Una estrella fugaz.
5. Un eclipse.
6. Un hijo que nace.
7. La floración de los almendros en Japón.
8. Un trébol de 4 hojas.
9. El cielo del desierto.
10. El fondo del mar.
2. La aurora boreal.
3. Un quetzal.
4. Una estrella fugaz.
5. Un eclipse.
6. Un hijo que nace.
7. La floración de los almendros en Japón.
8. Un trébol de 4 hojas.
9. El cielo del desierto.
10. El fondo del mar.
6 de marzo de 2008
Aniversario
2.555 días ya. 3 millones 679.200 minutos. Más de 220 millones de segundos.
Es sólo el principio.
Te volam per omne aevum.
Es sólo el principio.
Te volam per omne aevum.
5 de marzo de 2008
LLegar a una ciudad, ojear uno de esos mapas que te entregan en la recepción de los hoteles y pensar: no puedo marcharme de aquí sin ver la Plaza Mayor, sin recorrer esas callejuelas que llevan hasta la catedral.
Leer un libro y tropezar con una frase que quieres retener, conservar. Buscar un lápiz para marcarla (siempre llevo varios), hacerlo. Cerrar el libro, satisfecha: ya no escaparán las palabras, la belleza.
En el paseo por la ciudad, tropezar de frente con la plaza mayor y con la callejuela que lleva a la catedral y con la fachada gótica, imponente. Darse cuenta enseguida de que estuviste aquí hace poco -apenas unos meses- y que pensaste lo mismo. Y de hecho, recorriste el mismo camino que hoy, por los mismos motivos. No lo has sabido hasta estar aquí de nuevo.
Encontar una edición anterior del mismo libro, que compraste hace diez años. Al ojearlo ves que la misma frase que hoy te emocionó, lo hizo entonces. Está marcada con otro lápiz, en otro tiempo, pero por tu misma mano. Tampoco eras consciente de haberlo leído ya.
Mi emoción conserva lo que mi memoria olvida.
Los recuerdos tal vez sean el lastre de las emociones.
En la imagen de hoy: emoción. Es de Alicia Soria.
Leer un libro y tropezar con una frase que quieres retener, conservar. Buscar un lápiz para marcarla (siempre llevo varios), hacerlo. Cerrar el libro, satisfecha: ya no escaparán las palabras, la belleza.
En el paseo por la ciudad, tropezar de frente con la plaza mayor y con la callejuela que lleva a la catedral y con la fachada gótica, imponente. Darse cuenta enseguida de que estuviste aquí hace poco -apenas unos meses- y que pensaste lo mismo. Y de hecho, recorriste el mismo camino que hoy, por los mismos motivos. No lo has sabido hasta estar aquí de nuevo.
Encontar una edición anterior del mismo libro, que compraste hace diez años. Al ojearlo ves que la misma frase que hoy te emocionó, lo hizo entonces. Está marcada con otro lápiz, en otro tiempo, pero por tu misma mano. Tampoco eras consciente de haberlo leído ya.
Mi emoción conserva lo que mi memoria olvida.
Los recuerdos tal vez sean el lastre de las emociones.
En la imagen de hoy: emoción. Es de Alicia Soria.
4 de marzo de 2008
3 de marzo de 2008
¿Qué os parece este hombre?
¿Le cederíais el asiento, en el autobús?
¿Os merecería confianza?
¿Parece un bruto? ¿Un hombre afable? ¿Simpático? ¿Inteligente? ¿Capaz de hacer grandes cosas? ¿Propenso a la violencia?
¿Alguien de quien podríais haceros amigos?
¿Alguien a quien podríais amar?
¿Creéis que tiene méritos para ello?
¿Es vivaracho?
¿Es buena persona?
¿Es sensible?
¿Le invitaríais a cenar?
Navegantes del silencio, os presento a Johan Sebastian Bach. Murió en 1750, pero ahora un grupo de científicos ha reconstruído su cara a partir de su cráneo y su máscara mortuoria.
Qué raro es conocer la expresión del hombre cuya música me acompaña casi siempre que escribo. Y qué injusto que él no me pueda leer, con la de horas que yo he pasado (y pasaré) escuchándole.
¿Le cederíais el asiento, en el autobús?
¿Os merecería confianza?
¿Parece un bruto? ¿Un hombre afable? ¿Simpático? ¿Inteligente? ¿Capaz de hacer grandes cosas? ¿Propenso a la violencia?
¿Alguien de quien podríais haceros amigos?
¿Alguien a quien podríais amar?
¿Creéis que tiene méritos para ello?
¿Es vivaracho?
¿Es buena persona?
¿Es sensible?
¿Le invitaríais a cenar?
Navegantes del silencio, os presento a Johan Sebastian Bach. Murió en 1750, pero ahora un grupo de científicos ha reconstruído su cara a partir de su cráneo y su máscara mortuoria.
Qué raro es conocer la expresión del hombre cuya música me acompaña casi siempre que escribo. Y qué injusto que él no me pueda leer, con la de horas que yo he pasado (y pasaré) escuchándole.
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