27 de marzo de 2006

Memorial del convento

Parece que se pone de moda denostar a Xosé Saramago. Yo aún le defiendo, pese a que con sus últimas cosas no he podido. No es que le defienda a él, claro (no soy su guardaespaldas); defiendo a su literatura. En general, defender la literatura es una tarea absurda. La literatura siempre se defiende por sí misma y tampoco precisa guardaespaldas. Por eso lo único que pienso hacer aquí y ahora es citar algunos fragmentos que me emocionaron de Memorial del convento, que leí en agosto de 1999 durante un viaje a Mallorca. Es curioso cómo los libros quedan asociados en nuestro disco duro al lugar y el momento en que los leemos. En este caso, me recuerdo a orillas de una piscina, al caer la tarde, tumbada en una hamaca con Saramago. Mmmm...

—¿Es mineral, vegetal o animal?
—No es ni mineral, ni vegetal, ni animal.
—Todo es mineral, vegetal o animal.
—No todo. Hay cosas que no lo son. La música, por ejemplo.

Los hombres son ángeles que nacieron sin alas, y eso es lo más bonito, nacer sin alas y hacerlas crecer, lo mismo hicimos con el cerebro, y si con él lo hicimos, con ellas lo haremos.

Hay gente capaz de todo, hasta de lo que está por hacer.

El mundo de cada uno es los ojos que tiene.

4 comentarios:

B. Llamero dijo...

A Saramago, lo ataca la "carcundia" por comunista, no por escritor. Es uno de los más grandes de este siglo. Para mi, cumbre absoluta hasta "La balsa de Piedra". Después, sobre todo a raíz del Nobel, decayó. Aún así, incluso en sus obras más flojas o apresuradas, cultiva una prosa que ya quisieran para sí algunos académicos españoles (y no pienso solo en los tres que a cualquier se le ocurrirán).

miwok dijo...

Pues mira,yo sé que escribe bien, pero la verdad es que no me llena.

Anónimo dijo...

Con independencia de su prosa cuidada, Saramago me parece un tostón.

Anónimo dijo...

Opino como anónimo. Me leí un libro suyo, y muy bien escrito, pero no le vi la punta. Igual que a Marías. Le di dos oportunidades, y lo único que me maravilló fue la capacidad de escribir bien 150 páginas dandole vueltas a lo mismo.
O igual tendría que darles una segunda oportunidad, pero hay tanto por leer que no perdono