El teléfono que suena cuando protagonizo una escena porno, los potajes de garbanzos, el canto gregoriano, los pimientos de padrón, la gente que no aprieta la mano cuando saluda, las monedas de céntimos de euro, los pijamas, el calor, el color marrón en todas sus gamas, las flores de plástico, las personas que temen a los perros, las ediciones baratas, los clásicos sin notas ni prólogo, los juegos de mesa, las películas que terminan fatal, la Barcelona del diseño, los compañeros de viaje que no se callan, el olor que dejan las mandarinas en las manos, la gente que me habla como si tuviera 2 años, pensar en sacarme el carné de conducir, las matemáticas, Cien años de soledad de García Márquez, casi todo lo que dan en televisión, levantar la voz para que me oigan, que me laman el culo, el vino rosado, coger la primera cosa de una pila, respetar el orden de los cuentos de un volumen, Carmen Martín Gaite, Tom Cruise, la protagonista femenina de Cyrano de Bergerac (Roxana), los editores demasiado preocupados por las ventas, las páginas de deportes de los periódicos, los anuncios de compresas, las compresas con alas, los jerseis de cuello vuelto, las señales de prohibido el paso, la gente que sonríe todo el rato, el café con leche con mucho café, el vecino que me quiere contar su vida en el ascensor, los bichitos de los rosales, la subida del dichoso euribor, la primavera del Corte Inglés, los exmaridos que para desaparecer sólo necesitan dinero, que se acabe la tinta de la impresora, un cumpleaños sin soplar velas, el teléfono que suena en mitad de la escritura de una buena escena...
8 comentarios:
Pues a mi me gusta Cien años de soledad, Carmen Martín Gaite, el potaje de garbanzos y hasta la primavera de El Corte Inglés (que es la única que no maltrata, mujer, a los alérgicos)...
Pues creo que yo no te gusto, porque tengo miedo a los perros...xD.
Pues a mí me gusta, por lo poco habitual sobre todo, no estar de acuerdo contigo. A mí también me gusta Cien años de soledad, y mucho. Me hizo apasionarme aún más por la literatura y logró que no cerrase un libro porque no había manera de llegar a la página cincuenta. Y si se trata de decir algo que no me gusta, sólo diré dos: no me gusta el mar cuando no hay sol y no me gusta acertar cuando desearía equivocarme.
Me sumo al comité de defensa de "Cien años de soledad", el potaje de garbanzos y el Corte Inglés. Y añado mi voto a favor de el canto gregoriano, los pimientos de padrón, los juegos de mesa, las películas (y lo libros) que acaban mal, el olor a mandarinas en las manos (mejor eso que el olor a queso en los pies), las matemáticas, los anuncios de compresas, las compresas con alas, la gente que sonríe... Coño, cuánto desacuerdo.
No me gustan los cobardes, la gente que no dice lo que siente, no me gustan los hipócritas, no me gustan las alubias, ni el pescado,el olor a gasolina, los grupos muy muy de moda, los pelirrojos, los gatos con los ojos amarillos, y los conejos con los ojos rosas, la gente que va de guay, los coches desalmados que te salpican los días de lluvia, los atascos, los bichos de cualquier tipo...
Cuando la gente merece realmente la pena, es bueno hacer excepciones, Séfora. Me gustan las excepciones.
A mí no me gusta la gente que pasa a mi lado y se me queda mirando de arriba a abajo, la gente que no sabe dar un apretón de manos, los desgraciados que no saben dar la cara (en cualquiera de sus versiones), el pop español, la legumbre, afeitarme, ser tímido... y me uno al comité de defensa de las matemáticas (arriba Thales de Mileto)
Míra que salir anónimo...
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